Una experiencia habla más que mil definiciones!!

Al igual que usted querido lector, hemos ido más de una vez a disfrutar del sol de Cañete, y apostaría que se dio cuenta del hermoso humedal llamado “Puerto viejo” que se ubica en el distrito de San Antonio, un hermoso paraje de gran importancia para las aves migratorias que derrocha belleza, poesía y biodiversidad.

En este espacio sobre el que se ejercerse alta presión urbana y que adolece, como otros, de saneamiento físico-legal se realizó por el año 2005 una experiencia de educación ambiental como parte de una iniciativa juvenil de la Asociación para la conservación MATTOJ, el cual tuvo como objetivo utilizar el área natural adyacente a la comunidad como un aula abierta, una herramienta de educación ambiental que permitió la revaloración, reconocimiento y sentido de pertenencia de los niños y niñas de esta área natural, promoviendo su conservación.

Aún recuerdo indeleblemente y con mucha nostalgia que pese a su corta edad, los niños y niñas aprendieron a distinguir, como si fueran expertos biólogos, las aves que frecuentan por temporadas dicha zona, y con mucho mayor sorpresa percibir su preocupación e indignación infantil por su posible pérdida, poniendo en manifiesto su gran sensibilidad hacia el problema que, paradójicamente, no quita el sueño a los ciudadanos o empresas que tienen influencia directa sobre esta zona. El humedal de puerto viejo tiene un dueño….y es privado, un conjunto confortable de casas pintadas de blanco veraniego, levantadas sin vacilación, al costado del húmedal. Si pues, como diría Jorge Drexler “la vida es más compleja de lo que parece”.

Sin embargo, fueron estos pequeños expertos de San Antonio los que plantearon con gran vehemencia la receta al problema: que Puerto Viejo sea declarado un área natural por la municipalidad de San Antonio, que los sectores con influencia comiencen a respetarlo y que se le dé un manejo turístico, eso sí, responsable.

Después de cinco años, estos niños y niñas ahora se han convertido en adolescentes, y aún no ven sus sueños realidad, se convierten en tristes espectadores de cómo las políticas y poder de pocos afectan a “su” humedal, transformándose en no más que barreras para su conservación.

Es entonces donde me pregunto: ¿Qué se debe hacer para convertir a un cachorro amigable en un perro guardián feroz?. Si de nosotros y de las políticas depende la conservación de espacios. A veces se me hace muy “Insoportable levedad del ser”

Qué opina usted querido lector?





1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece super interesante la propuesta de convertir Puerto viejo en un area protegida municipal, cuya prioridad sea la real conservacion del area mas no un area bonita para poner casas y lucrar de ello. es reconfortante el interes de los adolescentes de la zona, q seran los defensores de esa zona, q les importa y q conocen. hay esperanza.

lizzy kanashiro

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